
4.DREINEA
La luz nos rodea por unos segundos y después, baja de intensidad hasta desaparecer. Abro los ojos y veo que estamos en una playa, aún se pueden ver las estrellas, aunque no debe faltar mucho para el amanecer.
—Vamos, por aquí —la voz de Julen me saca del ensimismamiento, seguimos cogidos de la mano, me hace girarme y allí detrás de nosotros, hay esperándonos una especie de motocicleta.
—Esto es una cleta, la llamamos así porque no es como una moto normal, ya verás porque, sube —dice mientras me pasa un casco y él se pone otro y se sube a la cleta.
Me subo y la pone en marcha. Rápidamente, la cleta se eleva del suelo y circulando a un par de palmos sobre este, empezamos a avanzar.
—Uoohh ¡va sin tocar el suelo!
—Sí, ¿a qué es genial? Tampoco usan gasolina ni gasoil para funcionar. Contamos con muy buenos físicos, químicos, inventores y muchos más profesionales aquí —me sonríe por encima del hombro.
—Vaya… ¿y dónde vamos ahora? —podemos hablar casi cómodamente, ya que la cleta no hace ningún ruido.
—Verás, esto son las afueras de Dreinea. Los portales, por razón de seguridad, sólo están ubicados a las afueras. No tardaremos mucho en llegar, por suerte como sabían que veníamos habían dejado esta cleta esperándonos.
Durante un rato nos mantenemos en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos. No sé qué me voy a encontrar, porque estoy en peligro, ni porque me ha traído aquí, pero la verdad es que estoy tranquila, no sé por qué, pero es así. Igual que en la fortaleza, no tengo ni idea de cuál es el motivo, pero sé que puedo fiarme de Julen.
Por unos momentos me dejo llevar por el agotamiento y recuesto mi cabeza en su espalda, abrazándome más a él para no caerme. Como me quede dormida soy capaz de caerme de cabeza de la cleta.
Un rato después abro los ojos y veo que ante nosotros se extiende una especie de muralla verde, cuando nos vamos acercando me doy cuenta de que no es que sea de color verde, es que son ramas intrincadas formando una muralla protectora. Julen deja la cleta al lado de la puerta al llegar y nos dirigimos hacia ella. Los guardias que hay vigilando, en seguida nos abren la puerta saludándonos con un movimiento de cabeza. Cuando traspasamos las puertas, me quedo boquiabierta. Es precioso, no se puede definir de otra manera, es simplemente bello. Avanzamos por un camino de madera, dejando atrás pequeñas cabañas repartidas a ambos lados del camino. A lo lejos, se oye el mar y no puedo evitar acelerar el paso. Adelanto a Julen y sigo hasta que llego al final del camino que muere en la playa, es preciosa. Está amaneciendo y el sol se levanta lentamente bañándolo todo con su luz. Me giro para buscar a Julen, pero está justo detrás de mí.
—Es…
—¿Mágico? Te lo dije —me guiña el ojo e inevitablemente sonrío —. Vamos, tenemos que comer algo y descansar un rato. Más tarde nos reuniremos con el guardián jefe, quiere hablar contigo.
—¿Conmigo? ¿Por qué?
—Siempre preguntando tanto…doña preguntas…venga, vámonos —y señala unas cabañas pequeñas alineadas a la playa —. Allí está tu cabaña, seguro que te han dejado algo para comer en ella.
—¿Mi cabaña? No necesito una, no voy a quedarme aquí.
—Ya bueno…ahora estás aquí ¿no?
Refunfuño mientras camino detrás de él, no pienso quedarme aquí, tengo un trabajo, una vida, no sé qué se cree este. Llegamos a una pequeña cabaña, tiene un pequeño porche delante y lo que parece un cómodo sofá en él, la puerta es verde lima, me gusta, nunca he visto una puerta de ese color.
Abre la puerta y pasamos dentro. No sé qué esperaba que hubiera dentro, pero lo que hay, no. Hay un salón de líneas modernas con una enorme tele y un bonito sofá abierto a una cocina con una barra para comer. Los techos son muy altos, camino por el pasillo y descubro un bonito dormitorio con una enorme cama con dosel y justo enfrente un baño, con todo lo que uno podría desear. Sólo ver la bañera me dan ganas de correr hacia ella.
—No te dejes engañar por el aspecto exterior de las cabañas. Están equipadas con lasúltimas tecnologías y los más modernos diseños de interiores conservando la esencia de la isla —es cierto, por fuera parecen las típicas cabañas de isla paradisíaca de las películas.
—Pareces un comercial de inmobiliaria. Así que, estamos en una isla ¿no? —no contesta, me giro a mirarle. Me está mirando con el ceño fruncido —. ¡Era broma! ¿Sabes que fruncir el ceño, hace que te queden arrugas? —no puedo aguantarme más la risa, estallo delante suyo, pero al momento me arrepiento porque mi cara duele muchísimo.
—Come y duerme, avisaré para que vengan ahora a curarte, después más tarde vendré a buscarte —dice serio, se da media vuelta y se va refunfuñando algo sobre agentes inmobiliarios, yo sigo riendo aun cuando se ha ido. Pero estoy tan cansada que como algo de fruta, me doy una ducha rápida dejando la bañera para otro momento y me pongo ropa limpia que encuentro en la habitación y sorprendentemente es de mi talla. Minutos después, estoy sumida en un profundo sueño.
Unos golpes secos me despiertan. Tardo un momento en ubicarme, por un segundo, pensé que estaba en casa. Están llamando a la puerta, sin pensarlo salgo corriendo y abro. De camino, me doy cuenta de que llevo vendajes, debieron curarme y ni me desperté, estaba agotada. La luz me ciega, así que no sé quién hay delante de mí hasta que oigo:
—Podrías peinarte un poquito ¿no?
—Buff, ¿Qué quieres?
—Tenemos reunión, péinate y vámonos. Tienes dos minutos.
—Jolín, que buen humor tienes… —levanta una ceja y mira su reloj —. Vale, vale, ya voy.
En dos minutos exactos, pues Julen me ha gritado la cuenta atrás…salgo de la cabaña y nos dirigimos a la cabaña gigante que está en el centro de las demás, él la llama la central. Cuando entramos, vuelvo a quedarme boquiabierta, es como la Nasa, que aunque no he estado nunca debe ser parecido a esto. Todo es muy blanco y aséptico, nada que ver con las cabañas. Julen camina decidido delante de mí y yo calladita le sigo, creo que no está de humor… La gente le saluda y él sólo mueve la cabeza a modo de saludo. Se para frente a una puerta, llama y cuando entra me hace pasar, que caballeroso… De pronto, una sensación extraña me envuelve, no sé qué es pero algo va mal. Al levantar la cabeza, le veo.